Cafeterías

Cafeterías: un poco de historia

· 17/01/2021

“La historia esta impregnada de ideas surgidas tras tazas de café”

Desde sus inicios, las cafeterías han sido lugares de interacción social: la cafetería ofrece a los clientes un lugar para reunirse, hablar, leer, escribir, etc. 

Las cafeterías comenzaron en el Imperio Otomano. Los cafés brindaban un lugar alternativo para reunirse, socializar y compartir ideas. Se eliminaron normas sociales gracias a las cafeterías, debido a la asequibilidad del café y la estructura igualitaria, cualquiera podía entrar y pedir un café.

En 1633, el sultán Murad IV, decretó el consumo de café como delito capital. No eliminaron la prohibición de cafeterías hasta bien entrado el siglo XVIII. Para entonces,  ya se habían extendido por Europa.

En occidente, las estrechas y beligerantes relaciones entre turcos y austríacos acabaron llevando los cafés a Viena. Kolschitzky, que había oído que las tropas turcas que asediaban la ciudad el año de 1683 se movían, fue a avisar al Duque de Lorena. Éste fue a ayudar al rey de Austria y entre ambos pudieron derrotar la invasión turca. Como recompensa, Kolschitzky pidió todo el café de los invasores derrotados y, con él, inauguró el primer café público.

En 1652, Pasqua Rosée abrió la primera cafetería en Londres, lo que provocó una revolución en la sociedad londinense, ya que la cultura británica era intensamente jerárquica y estructurada. La idea de sentarte junto a alguien como un igual era radical. En las cafeterías se reunían para consumir, discutir e incluso escribir. En diciembre de 1675, Carlos II llegó a ordenar el cierre de todos los cafés de Londres. Solo duró 11 días, la gente había hablado: el café llegó para quedarse. El fracaso de la prohibición, condujo a la explosión de nuevas ideas durante la Ilustración. En Oxford los cafés empezaron a llamarlos “universidades de un centavo” por el coste de un café se podía acceder a discusiones intelectuales.

La influencia del café comenzó a extenderse a medida  que los viajeros regresaban  a sus países de origen, adictos a la cafeína y ansiosos por conversar.

Federico el Grande de Alemania temeroso de que la importación de café le estuviera costando negocios a su reino, negó todas las licencias a los vendedores de café, solo unos pocos amigos de la corte podían acceder a estas licencias. Además ordenó a ex soldados rastrear y detectar tostadores de café de contrabando. La prohibición se levanto después de su muerte.

Los cafés parisinos, fueron un lugar  ideal para la agitación y organización republicana durante la Revolución Francesa. El café de Foy de París acogió la llamada a las armas por el asalto a la Bastilla. Durante la ilustración, el café Procope había sido lugar de artistas. Después de la revolución, la cultura del café parisino volvió a ser un lugar  frecuentado por escritores y pensadores que se reunían para intercambiar ideas y trabajar en su próxima obra maestra.

En España uno de los primeros cafés se abrió en Madrid, el Café Pombo, donde nació la tradición del “café, copa y puro”. Un tiempo después abrió el local de referencia en el mundo político, social y cultural, el Café Gijón. Tampoco  podemos olvidar el centro de reunión del movimiento modernista catalán, els Quatre Gats. 

Los cafés llevaron a un encuentro de mentes que inspiró nuevas oleadas de pensamiento. Hoy en día las cafeterías siguen siendo un lugar de encuentro para largas charlas incluso para pasar tiempo solo con una taza de café junto con un libro, un ordenador o simplemente contemplando como pasa el tiempo. Seguramente los cafés vayan evolucionando como han hecho a lo largo de la historia pero lo esencial seguro que permanecerá.

Referencias: